viernes, 9 de abril de 2010

Pérfido

    Desde el tiempo en que el ruiseñor, amable en su cantar, silvaba melodías agradables que hacían regocijar al rey del mundo del sueño, Monarca del futuro de nuestra imaginación nocturna, cuna del infinito pensar de los sabios de la corte del Juez del País de la Perfidia.
    Vivo en la deslealtad de mi nación alebrestada por la muerte y la droga, sintiendome inhumano en el dolor ajeno de millones de compatriotas mezquinos, y millones miserables. Preocupado por el futuro de la tierra sali a buscar el Agua de la Incertidumbre, que me ayudaría a despejar mis pensamientos con la inquietud de perder el camino por el que iba.
    Entonces caí del sendero mágico que me llevaba directo a mi destino, cayendo al infierno de mi sociedad, mi ciudad. Desperté de mi sueño diurno, solo para darme cuenta de la soledad del frio de mi casa. Habían pasado ya tres años desde la desaparicion del último de mis hermanos, el más pequeño de todos.
    Con su ausencia se fué mi mente, y con ella mi corazon; y el éste mi valentía; y con éste mis ganas de regresar a mi hogar.
    Estaba perdido en el mundo de los hombres y de las mujeres. Un mundo gobernado por monos cilindreros con voces hartantes y chillonas, con la boca llena de promesas, los bolsillos llenos de dinero y la cabeza llena de pajaritos.
    Vivo también en el mundo de las mentiras, cada una construida sobre la anterior, un mundo donde no cabe un alma pura e inocente que no esté corrompida por el deseo de engañar por beneficio. Lo confieso, he caído en la tentación y he llegado al pacer incontables veces, pero no puedo remediarlo, no puedo cerrar mi boca.    
    Un mundo a base de tretas sucias, tranzas que le juegan el pellejo a la gente
    No puedo vivir en paz conmigo mismo, debatiendome dia a dia con mi alter ego, preguntándome el sentido de la vida, cosas que no puedo relacionar entre si, sin embargo, dudo al callarme para dejar de lado mi parte mas oscura, aquella que habla cuando todos callan.
    Si pudiera vivir un minuto entre los brazos de la esperanza me sentiría feliz de no ver mi cabeza golpear los muros de la razón. No quiero despertar mañana sintiéndome un completo muñeco de trapo, comandado por personas extrañas.
    Música. Si, música es lo que hay en mi justo ahora. En mi mente escucho tenuemente los violines, delicado roce de pasiones que se desbordan. La orquesta que me toca melodías. La orquesta que arde en llamas. El calor que me llena el corazón de angustia, de formas, de notas. Las miles de cosas diferentes que pasan por mi cabeza.
    Ayer borré mi existencia del mundo. Ayer partí al eterno recorrido de mi alma por el infinito. 
    Ayer vi por primera vez al Dios. El me habló dirigiendose despacio, hablando quedo. No lo escuché. Quizá nunca lo hice. Quizá por eso borré mi existir del planeta.
    Quizá por eso ahora no siento nada.