viernes, 19 de junio de 2009

Reflexiones de un día de lluvia

Hoy. Llueve. Hoy llueve.
Hoy la parte más pequeña de la más pequeña unidad se regocijaba. Antagonista de su propia historia, la alegría del día soleado refunfuñaba y desaparecía ante la inmensa y mágica alegría sin igual del gris y la luz.
Dócil compañera. Mientras caminaba, me hablaba al oído. En ocasiones me susurraba. No era como el desagradable ruido de los automóviles y las máquinas de los hombres del tiempo acortado y el estrés; no, la eufonía en sus palabras me trasladaba a lugares hermosos. El río, el cañon, el barranco el precipicio, la tierra, el cielo y la nube. La nube inmensa y densa.
Lluvia mia. Sin duda eres emisario del estío. Llegaste y durante un rato estuviste a mi lado.
Observo las nubes. Observo la masa y la roca plateada encima de mi. Recordé la tarde debajo del mar, donde buques y naves marinas zarpaban dirigiendose a altamar. Yo me quedé ahí, y vi desde lejos la marcha. cada vez más lejos hasta que tuve que marcharme. Me marcho en el momento menos indicado. Me he convertido yo mismo en hombre de tiempo acortado. Intentando el disfrute de cada segundo que gasto de camino.
Camino, camino y camino. Camino y llueve. Volteo hacia arriba y llueve. Corro, corro y corro. Hoy no fue un día más debajo del cielo, hoy fue la gloria y la alegría, el canto y la dicha. Hoy que cambió al hórrido día de sol y regularidad.

miércoles, 17 de junio de 2009

El día de los días

¿Hasta donde llegué esta tarde? Eh llegado más lejos de lo que eh esperado. Un centímetro o décima de este. Una milésima de milímetro más alejado de donde quise. Un destello. Un relámpago instantáneo.
Hasta donde ha llegado el loco si en su locura ha terminado de ir a todo aquel lugar al que quiso visitar. En su camino se ha topado conmigo y con los mios, y nos ha dejado. Volteó su mirada al cielo y se fue tan rápido como vino. ¿Pudo el loco saber lo que en mi mente pasaba? ¿Pudo el loco leer mis pensamientos?
Y luego vino el alquimista. Pasó a mi lado y me dió una mirada, como inspeccionandome, como buscando algo. Aparentemente no lo encontró y se fue.
Pasó entonces Jesucristo, y nadie dijo nada. Jesucristo se fue en ese preciso instante, como cortando el silencio.
Detrás de aquella figura, venía corriendo una mujer. Parecía desesperada.No le tomamos mucha importancia enrealidad.
Desde la otra esquina se escucharon pasos. Para mi sorpresa era un gran desfile.Una gran banda, tocando musica muy alegre. Con sus tambores, clarines y trompetas sonando de forma muy singular. Enseguida de ellos venían cinco mil quinientos un payasos, todos ellos maquillados de formas diferentes, unas muy divertidas y muy graciosas, otras tristes y otras que daban pena (efecto que me imagino que los payasos querían dar). El último payaso era nada menos que un niño pequeño. Él apenas y parecía un payaso, solo había pintado el contorno de la boca de rojo. Vino hacia mi y me abrazó fuertemente. Su cabeza apenas llegaba a mi estómago, fue una sensación muy tierna. Me soltó, entonces me di cuenta de que era una niña. Me agaché y la rodee con mis brazos. Al intentar abrazarla, se desaparecíó en una estela de humo. Sin expresión, me paré y continué viendo el desfile. Ya había terminado.
A mi lado tampoco había gente. Ni mis amigos, ni mi familia, ni mis maestros, ni mis compañeros, ni conocidos, ni extraños, ni nadie. Ni la señora de la esquina, ni la gente de la plaza, ni las personas en sus autos, ni el aplauso, ni el silencio, ni el sonido, ni la musica, ni el color, ni las sombras ni las luces. Nada.
Negro. Mis ojos no vieron nada. Dejé de sentir mis manos. Deje de sentir mis pies. Deje de sentir a Dios. Deje de sentirme a mi. Deje de pensar, deje de reír, deje de olvidar, deje de recordar, deje de sentir, deje de digerir, dejo de doler, deje para siempre las cosas en el abismo. Deje todo.
He de vivir para encontrarme...

viernes, 5 de junio de 2009

Pensamientos de un día de la primavera tardía

Voltee hacia arriba. Vi el cielo. Era tan grande y amplio. Pensar que no hay color, si no un vacío tan lleno de micropartículas y moléculas del aire y los gases de la atmósfera.
Era interesante aún así pensar en un color. Azul era tan emocionante. Un rojo hubiera sido mas llamativo, pero no hubiera producido el mismo efecto. Ése lo reservaron exclusivamente para las puestas de sol y el alba. Pensar en un verde hubiera sido interesante, pero confundiríamos el cielo y los inmensos bosques que rodearon la tierra ahora muerta.
Pensaba como mi piel y la de otros se parecía, pero era interesante encontrar tu misma complexión y masa muscular en un distinto género. Una mueca de seriedad y una actitud distante. Es raro cuando decimos cosas y no recordamos con exactitud que dijimos, pero la idea principal del comentario no se nos olvida. Quizá las palabras son solo palabras y solo vienen y se van.
Es curioso cuando llueve y caen las gotas. Curioso cuando nos desesperamos, alarmandonos por solo agua. Cuando oimos el trueno soltando un grito de espanto. Es curioso cuando ves los ojos de la indiferencia, acto seguido de las palabras dudosas de la falsa confianza, y la esperanza de un día mas, como queriendo deshacerse de la conversación.
Llueve afuera. Llueve como la primera vez que llovió. Llueve como el día en que se callaron los llantos de los niños. Llueve como el día en que dieron a luz al primer hombre. Llueve como cuando el hermano mató  a su sangre. Llueve como lloverá el día del juicio.
Caen gota a gota desde el cielo; caen desde el cielo azul, que pudo ser rojo, pero al querer ser verde decidió quedarse azul.
Llueve como si importara.