¿Hasta donde llegué esta tarde? Eh llegado más lejos de lo que eh esperado. Un centímetro o décima de este. Una milésima de milímetro más alejado de donde quise. Un destello. Un relámpago instantáneo.
Hasta donde ha llegado el loco si en su locura ha terminado de ir a todo aquel lugar al que quiso visitar. En su camino se ha topado conmigo y con los mios, y nos ha dejado. Volteó su mirada al cielo y se fue tan rápido como vino. ¿Pudo el loco saber lo que en mi mente pasaba? ¿Pudo el loco leer mis pensamientos?
Y luego vino el alquimista. Pasó a mi lado y me dió una mirada, como inspeccionandome, como buscando algo. Aparentemente no lo encontró y se fue.
Pasó entonces Jesucristo, y nadie dijo nada. Jesucristo se fue en ese preciso instante, como cortando el silencio.
Detrás de aquella figura, venía corriendo una mujer. Parecía desesperada.No le tomamos mucha importancia enrealidad.
Desde la otra esquina se escucharon pasos. Para mi sorpresa era un gran desfile.Una gran banda, tocando musica muy alegre. Con sus tambores, clarines y trompetas sonando de forma muy singular. Enseguida de ellos venían cinco mil quinientos un payasos, todos ellos maquillados de formas diferentes, unas muy divertidas y muy graciosas, otras tristes y otras que daban pena (efecto que me imagino que los payasos querían dar). El último payaso era nada menos que un niño pequeño. Él apenas y parecía un payaso, solo había pintado el contorno de la boca de rojo. Vino hacia mi y me abrazó fuertemente. Su cabeza apenas llegaba a mi estómago, fue una sensación muy tierna. Me soltó, entonces me di cuenta de que era una niña. Me agaché y la rodee con mis brazos. Al intentar abrazarla, se desaparecíó en una estela de humo. Sin expresión, me paré y continué viendo el desfile. Ya había terminado.
A mi lado tampoco había gente. Ni mis amigos, ni mi familia, ni mis maestros, ni mis compañeros, ni conocidos, ni extraños, ni nadie. Ni la señora de la esquina, ni la gente de la plaza, ni las personas en sus autos, ni el aplauso, ni el silencio, ni el sonido, ni la musica, ni el color, ni las sombras ni las luces. Nada.
Negro. Mis ojos no vieron nada. Dejé de sentir mis manos. Deje de sentir mis pies. Deje de sentir a Dios. Deje de sentirme a mi. Deje de pensar, deje de reír, deje de olvidar, deje de recordar, deje de sentir, deje de digerir, dejo de doler, deje para siempre las cosas en el abismo. Deje todo.
He de vivir para encontrarme...
miércoles, 17 de junio de 2009
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mmmm... o.O, interesante bro.
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