Sentado, intento recordar. Recargo mi cabeza en el respaldo del asiento e intento recordar. Días importantes, Horas en que pasó algo relevante (aunque claro está que no recordaba la hora o el instante exacto en que sucedieron; eran mas bien como aproximados), cumpleaños, días festivos, festejos, misas, días santos, aniversarios; en fin, intentaba recordar cualquier cosa que pudiera venirseme a la mente.
Recordé lugares que había visitado y las cosas que había hecho. Diversos viajes, carreteras, montes, llanos, caminos. Mis ojos se sorprendieron las primeras veces que viajé así. Al llegar al destino, e incluso justo antes de llegar, sientí la emoción de ver un lugar nuevo, o un lugar ya visitado, pero intentar ver las diferencias y lo que no cambió. Una especie de reto donde te muestran dos imágenes: un recuerdo que tienes en tu memoria, y la realidad del segundo, en el que deleitas tu mirada al ver grandes edificios, gente nueva, desconocida; elegantes autos, arboles de innumerables formas y tamaños. Las señalé con mi mirada, silencioso siempre, como intentando recordar algo que probablemente no vería dos veces. Llegué.
Es extraño como es más divertido el camino que el lugar a donde vas. Algo que quizá no se dice abiertamente en una conversación, pero sí lo tenemos presentes como personas. Como la espera no representa mas que una espera, una transición.
Recordé ahí, recargado aún sobre el respaldo de la silla, a mi familia. Gente de rasgos semejantes a los mios, que estamos emparentados por lazos morales y sanguineos. Mamá, papá, mi hermana, tíos, abuelos, primos y bisabuelos. Es linda la familia a la que pertenezco.
Vino a mi memoria entonces otra hermosa y amarga palabra: Amor. Durante mi vida hasta ahora, no podía saber si había amado alguna vez. Si entendemos por amar el entregarse día y noche, en sufrimiento y llanto, a las indulgencias de la pasión y el sentimiento que a su vez es mutuo y recíproco, entonces quizás nunca he amado. Es en cierta forma curioso. Como aquel animal que necesita sentirse dentro del calor de un hogar, el animal mimado necesita de su amo que le de comida y lo acaricie. Y así, el animal no sufre dolor ni tristeza. El animal esta bien. El cachorro que necesita calor para acostumbrarse a vivir sin su madre. La mano que acaricia tu mejilla y acaba en tu cuello. La necesidad que sientes de ser amado. El mundo de cabeza, las malas decisiones y el sentido de mi vida.
Ví de nuevo a mis amigos. Tantos de ellos, y algunos, sólo algunos con su nombre completo en mi mente. Algunos solo su nombre de pila, su apodo. Otros tantos, sólo su rostro. Amigos mios que me acompañaron a lo largo de mi vida, y aún ahora me siguen acompañando; gracias por todo, amigos, como les agradezco. Vivir no sería lo mismo sin toda la gente que he llegado a conocer. Terribles recuerdos, malas influencias, grandes momentos, tristezas y alegrías.
Cuantas cosas recordé ese día. Mi vida desglocé en tan solo unos minutos. Recordé todo lo que pude haber hecho y la gente que conocí. Los lugares que visité y las personas con que me involucré. Lamento tantas y tantas cosas. Vivo a veces lamentándome de tanto.
No pretendí esa tarde morir, ni escribir un gran libro, mucho menos relatar las memorias de mi vida. Recordé lo que he pasado y mi vida en general. En realidad, no pretendí mas que recordarme a mi mismo que he llegado hasta un punto, y que debo seguir adelante. Adelante hasta que decida parar y las circunstancias no me dejen volver a intentarlo.
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Deberias darle mas mantenimiento a tu blog viejo
ResponderEliminaresta mejor que muchos con los que me he topado