viernes, 13 de noviembre de 2020

Mancha de Aceite

 Alguien (me imagino que con su carro descompuesto) pasó por la calle frente a mi casa y dejó una enorme mancha de aceite de unos 15 metros de largo. Ahora, sin intención de convertir esto en una queja contra el despreocupado individuo que deliberadamente conducía un vehículo con una evidente necesidad de visitar a un mecánico, quisiera enfocarme un momento en el hecho. Pensé por un momento el que debería de haber alguna especie de conciencia moral que no nos dejara actuar de forma perjudicial contra el otro. No obstante, la incesante necesidad de consumo nos convierte a nosotros y lo que nos rodea en objetos desechables y reemplazables. No importa si mancho la calle con aceite, en algún momento se va a quitar, se incorporará a la calle, la lluvia, el sol, el polvo y el aire se encargarán de deshacerse de toda evidencia que aquello ocurrió. 

Luego me doy cuenta que en algún momento yo mismo fui aquel incauto cuando llegué a tener problemas evidentes con mi carro en aquel entonces. Y tuve la exacta misma actitud de no hacer nada. Saber de antemano que no pasa nada. A pesar de perjudicar a alguien, la gente que vive en ese lugar. En ese momento para mi no importaba, no fue algo relevante. 

Es aquí, supongo, donde debería poner algo que haya aprendido de todo esto, pero sinceramente no creo haber aprendido nada aparte que somos una masa social con ilusión individualista. Pensamos lo mismo y actuamos de las mismas formas. Quizá una buena pregunta sea ¿cómo salir de ese ciclo? Tengo esta idea que somos materialistas pero desechables. Reemplazables. ¿Siempre fuimos así?

Tengo hambre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario